Chile en la encrucijada energética: las posibilidades del gas natural
El crecimiento económico está indisolublemente asociado al acceso...
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Jorge Quiroz
El crecimiento económico está indisolublemente asociado al acceso, en términos competitivos, a diversas fuentes energéticas. Sin energía no hay crecimiento, y sin crecimiento no hay progreso, esencial este último en un país como el nuestro, al cual le restan innumerables desafíos por superar. Lamentablemente, así como vamos, la escasez energética impondrá una limitante insuperable para seguir creciendo y perderemos competitividad a pasos agigantados. Este proceso ya comenzó: el precio de la energía en la zona central de Chile supera al de Perú en casi 200% y las proyecciones indican que de 2016 en adelante la situación será aún más aguda. Una parte de la promisoria inversión minera del país bien podría verse aplazada o cancelada. A su turno, la combinación de un tipo de cambio bajo con un precio de energía alto está resultando casi letal para el sector industrial, que ha visto caer su participación en el PIB desde un 16% a un 10% sólo en los últimos siete años. ¿Soluciones?
Si bien el problema tiene muchas dimensiones y las soluciones no son únicas, cabe destacar un dato que hasta ahora ha pasado relativamente desatendido: el gas natural. El gas natural, en cuanto a insumo para la generación eléctrica, tiene mucha menos oposición ciudadana que otras opciones. Las centrales de ciclo combinado exhiben menos impacto ambiental que las centrales a carbón y son más flexibles en cuanto a localización que las hidroeléctricas, por lo que también son menos disruptivas en lo que a líneas de transmisión se refiere. Por su parte, en cuanto a insumo para el sector industrial y domiciliario, el gas natural resulta más amigable para el medio ambiente que otras alternativas como el diésel, el carbón o la leña. Agreguemos a ello que Chile dispone ya de importantes redes de distribución de gas y de un parque instalado de centrales de gas natural que sólo en el Sistema Interconectado Central alcanza aproximadamente a un 20% del total. Chile, con gas natural a precios más bajos, podría, de mucho mejor modo que con cualquier otra alternativa, superar su problema energético que hoy se ve casi como irremontable. La pregunta, entonces, es: ¿Cuáles son las perspectivas futuras de precio del gas natural?
Tenemos aquí novedades interesantes. La nueva tecnología de extracción de gas de esquisto -“shale gas”- ha permitido expandir en un 40% las reservas mundiales de gas natural técnicamente recuperable. Un porcentaje muy elevado de estas nuevas reservas, a diferencia del petróleo, están en países políticamente estables. Estados Unidos ya ha comenzado a explotar el Shale Gas, pasando rápidamente de deficitario en gas natural a autárquico. Los números hablan por sí solos: mientras los contratos que tuvo que cerrar Japón en gas natural con motivo del cierre de sus plantas nucleares alcanzaron cifras el orden de
US$ 16 el millón de BTU, en Estados Unidos el precio interno alcanza hoy los US$ 2,8.
Resulta incierto si este nuevo fenómeno se traducirá o no en bajas en el precio del GN. Por un lado, las eventuales exportaciones de gas natural de Estados Unidos a otros países podrían, por ejemplo, verse restringidas por consideraciones geopolíticas -no por nada dicho país está requiriendo licencias para exportar. Por otro lado, sin embargo, resulta poco probable que con tamaña diferencia de precios no vayan a producirse exportaciones de gas natural desde Estados Unidos al resto del mundo. A ello se agregan iniciativas de otros países que también cuentan con elevadas reservas.
Chile haría bien en considerar estos datos: el gas natural, hoy como ayer, bien podría volver a convertirse en un factor relevante del desarrollo. Para ello sin embargo, el sector privado deberá estar dispuesto a asumir nuevos riesgos y compromisos. Es posible el acceso a este energético a través de los terminales de GNL instalados en el país, mediante contratos de horizontes largos, o bien a través de nuevos emprendimientos, que también exigirán una mirada de largo plazo. La palabra la tienen los empresarios.